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La resistencia saharaui continúa

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JOSEBA SANTAMARIA  Fuente: noticias de navarra.
La resistencia del pueblo saharaui siempre se merece una columna. No es el único caso en este mundo en el que la fuerza de los intereses políticos o económicos siempre se han impuesto a los derechos de personas y de pueblos. Seguramente, me repito, pero creo que eso importa menos en esta columna. El Frente Polisario y el inicio de la resistencia a la ocupación de las tierras del Sáhara Occidental y de lucha contra la colonización franquista primero y por la independencia tras la ocupación ilegal de Marruecos del territorio de la República Árabe Saharaui Democrática después cumple de nuevo años de historia, 47 creo esta vez. Una ocupación militar ilegal denunciada una y otra vez hasta ahora inútilmente por la ONU y el Derecho Internacional, con el expolio económico y natural de la riqueza en fosfatos, los bancos de pesca frente a Canarias y el petróleo en la frontera con Argelia como principales objetivos de Marruecos. Con el diálogo diplomático paralizado desde hace años por Marruecos, este aniversario coincide además con la crisis internacional por la pandemia del covid-19 y su irrupción, de momento con muy pocos casos en algunos de los campos de refugiados saharauis en Tinduf, y con la suspensión de las vacaciones en el Estado español de miles de niños y niñas saharauis. 200 de ellos tenían previsto viajar estos meses a Navarra para convivir con otras tantas familias navarras. En todo caso, todo sigue igual. Ahora como ya hiciera en 1991, al amparo del alto el fuego que impulsó el Frente Polisario tras 17 años de guerra, y en 1997, la dictadura alauita –las violaciones masivas de los derechos humanos, los juicios sin garantías, la colonización masiva y la tortura sistemática son su marca de su ocupación en el Sáhara–, sólo busca hacer tabla rasa de las conversaciones e imponer una solución que legitime su ocupación ilegal. Y cuentan con la sumisa mirada hacia otro lado de EEUU, España y Francia, que aceptan someter los derechos democráticos y políticos de miles de saharauis a la imposición de los intereses económicos y geopolíticos que maneja como arma de chantaje el régimen de Rabat. Anteponer la legalidad internacional, la voluntad democrática y los derechos humanos es siempre la clave. En el Sáhara lo es.