
Acireale, Catania (Sicilia),-. En un ambiente cargado de emociones, solidaridad y compromiso, la sede del Departamento de Políticas Juveniles del municipio de Acireale acogió este viernes el Día de la Cultura Saharaui, que se celebra anualmente en todas las zonas que reciben a los Pequeños Embajadores Saharauis de la Paz, en coordinación entre las asociaciones de acogida y la Representación del Frente Polisario en Italia.
En este contexto, la asociación Mi Casa Es Tu Casa de Acireale celebró esta jornada con el objetivo de acercar al público italiano a la riqueza cultural y las profundas tradiciones del pueblo saharaui, así como visibilizar su lucha histórica por la autodeterminación frente a la ocupación ilegal de su territorio por parte del régimen marroquí.
La jornada incluyó la instalación de una auténtica jaima saharaui, adornada con los colores tradicionales del desierto, así como exhibiciones de objetos, vestimenta típica y elementos de la vida cotidiana del pueblo saharaui, que reflejan su identidad única y milenaria. Los asistentes pudieron disfrutar también de música tradicional, danzas, poesía y del emblemático rito del té saharaui: un momento sagrado que representa hospitalidad, comunión y resistencia.
La ceremonia del té –amargo como la vida, dulce como el amor, suave como la muerte– fue presentada como símbolo de la fortaleza de un pueblo que, a pesar del exilio, no renuncia ni a su cultura ni a su dignidad. Se leyeron testimonios conmovedores, como el de una mujer saharaui que relató su huida forzada a los cinco años y cómo transformó el miedo en fuerza para educar a futuras generaciones en los campamentos de refugiados.

Los niños y niñas saharauis acogidos este verano como Pequeños Embajadores de Paz participaron con alegría en las actividades culturales y recreativas, compartiendo su identidad con la comunidad local. La presencia de estos menores constituye también un llamado a la conciencia internacional sobre la realidad de los campamentos de refugiados saharauis, donde miles de personas resisten desde hace más de medio siglo.
“Mi viaje a los campamentos fue una experiencia que me marcó profundamente. Sentí la fuerza de un pueblo que, a pesar de las adversidades, vive con dignidad, esperanza y generosidad. Me recibieron con sonrisas, abrazos y té. Me sentí en casa”, expresó una representante de la asociación organizadora.
El evento concluyó con un mensaje claro: la cultura saharaui está viva, es resiliente, y seguirá siendo una herramienta poderosa de lucha, memoria y construcción de puentes entre los pueblos.