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PPK debe restablecer relaciones diplomáticas con la República Saharaui

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El analista internacional y presidente del Consejo Peruano de Solidaridad con el Pueblo Saharaui (COPESA), Ricardo Sánchez Serra, solicitó al presidente electo Pedro Pablo Kuczynski que en justicia, nobleza y con neutralidad restablezca las relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), congeladas por el siniestro exasesor Vladimiro Montesinos. Felicitó al nuevo canciller Ricardo Luna y dijo esperar de él que sea sensible a la causa saharaui.
-¿Cómo ve al nuevo Gobierno que presidirá Pedro Pablo Kuczynski en política exterior?
Muy positivo, más aún que el nuevo ministro de Relaciones Exteriores es el experimentado embajador Ricardo Luna, una total garantía. Ambos certifican, con solo su presencia, el prestigio del Perú en el exterior, además de lo personal, su experiencia y trabajo al servicio del Perú.
Si bien está en su Plan de Gobierno, se espera que los mejores cuadros diplomáticos ocupen las embajadas en el exterior. En él, se incluye, de otro lado, el objetivo de crear con todos los países limítrofes, planes binacionales, así como los gabinetes binacionales, que tanto éxito han alcanzado. Asimismo, acelerar la integración de los países que integran la Alianza del Pacífico y APEC, entre otros ítems.
Es necesario que en nuestra política exterior se privilegie la defensa de los principios del derecho internacional y se impregne, a modo de diferenciación, valores y no la simple y amoral “realpolitik”, además de, como está en su plan, una fuerte lucha por la defensa del medio ambiente y contra la droga, terrorismo, trata de blancas y desarme.
Párrafo aparte merece una intervención más activa del Perú en los foros internacionales por la libre determinación de los pueblos y que impulse la descolonización de los territorios no autónomos, como el Sáhara Occidental que sufre una invasión criminal del feudal reinado de Marruecos y en este tema espero que el presidente Pedro Pablo Kuczynski con justicia, nobleza y neutralidad restablezca las relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD); y, espero, asimismo, que el nuevo canciller Ricardo Luna sea sensible a la causa saharaui.
 
-¿El Perú tuvo relaciones diplomáticas con la RASD?
En 1984 el presidente Fernando Belaunde reconoció a la RASD y estableció relaciones diplomáticas. El primer embajador saharaui presentó sus cartas credenciales en 1986 ante el mandatario Alan García, siendo recibido por el entonces canciller embajador Allan Wagner, quien actualmente se desempeña como director de la Academia Diplomática.
Desgraciadamente, en 1976, el siniestro asesor Vladimiro Montesino, hoy preso, hizo que nuestro país suspendiera las relaciones diplomáticas sucumbiendo al lobby marroquí, que como nada es gratis, no sabemos cuánto se pagó bajo la mesa. Además que, qué casualidad que cuando Montesinos estuvo fugado del Perú y de la justicia, quiso asilarse en Marruecos, siendo apresado antes de ello.
Fue una injusticia lo que se hizo con el pueblo saharaui, que hoy sufre de más de 40 años viviendo en campos de refugiados y que, reitero, espero que el nuevo presidente subsane.
-¿Y cuál es la posición oficial del Perú actualmente?
El Perú reconoció a la RASD y por el derecho internacional no puede retirar el reconocimiento, salvo que el Estado desaparezca o se anexione a otro, lo que no ha ocurrido. Lo que están suspendidas son las relaciones diplomáticas. Como COPESA hemos solicitado a la Cancillería y ante el actual presidente Humala se restablezcan las relaciones. Pero ocurre dos cosas: lamentablemente Humala no cumplió con su palabra de restablecer las relaciones y que estaba incluido en su plan de gobierno. Se señala que Nadine Heredia se oponía porque le embajadora de Marruecos comenzó a “agasajarla” en el tema de la quinua. ¡Qué vergüenza!
En segundo lugar, la Cancillería sostiene que es neutral en el problema y que deja la solución en manos de la ONU. Si fuera neutral estarían las dos embajadas en Lima, la saharaui y la marroquí. Es lo justo ¿no?. En varios países del mundo flamean en sus capitales las dos banderas, como México, Sudáfrica, Panamá, Argelia, entre muchos otros.
En las conversaciones extraoficiales, los diplomáticos peruanos señalan que para qué el Perú se va a meter en un tema tan lejano y que si bien Marruecos no vale nada, detrás tiene países poderosos. Sin duda, lo que aducen es superficial. Mientras un pueblo sufra y no logre su autodeterminación, no habrá paz en el mundo. En segundo lugar, el Perú tiene buenas relaciones con todos los países del mundo y no debe amilanarnos los amigos de los otros.
-Pero Marruecos señala que es la puerta de África…
Marruecos no abre la puerta de nadie. Acaba de fracasar su intención de ingresar a la poderosa Unión Africana y de expulsar a la RASD. En todo caso, la puerta de África, sería Sudáfrica, Egipto o Argelia. Marruecos y su propaganda se inflan demasiado y gastan para ello millonarias cifras para sus lobbies en el exterior y como ya he manifestado en entrevistas anteriores tiene sobornada a mucha gente, con regalos, viajes y cocteles. Y no solo eso. En documentos oficiales marroquíes, revelados por el hacker “Chris Coleman” se destapa toda la podredumbre de la diplomacia marroquí como los sobornos a funcionarios de la ONU, espionaje al secretario general de la ONU, sobornos a periodistas e intelectuales. Y lo que más grave: apoyo al terrorismo en Libia, Yemén y Túnez.
Se descubrió que la embajadora marroquí Oumama Aouad, próxima a terminar sus funciones, poseía documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores y del Congreso peruanos ¡Ilegalmente! Y este gobierno pusilánime no hizo nada, se arrollidó como vasallo ante el feudal rey de Marruecos. ¡Esto no debe suceder jamás!
Una actitud digna tuvo la Federación de Periodistas del Perú que declaró “no grata” para el periodismo a la embajadora Aouad, quien pretendió acallar mi libertad de expresión.
Por otra parte, para mayor información, Marruecos no es un país poderoso, es un país pobre que vive del expolio de los recursos naturales saharauis, como los fosfatos de Bucraa y el banco pesquero; además de la exportación de tomates y del turismo sexual. A diferencia del pueblo, su feudal rey vive en la opulencia y es considerado por la última edición de la revista Forbes como uno de los monarcas más ricos del mundo y el hombre más rico de Marruecos, calculando su fortuna en 5,7 billones de dólares.
La balanza de pagos de Marruecos es deficitaria y vive de las “donaciones” de la rica nación petrolera como Arabia Saudita, un socio muy cuestionado por su apoyo al terrorismo en Siria y Yemén. Además, el ilustre jurista español Carlos Ruiz Miguel nos acaba de recordar la revelación de documentos oficiales norteamericanos, que acaban de ser desclasificados –y casi escondidos por la prensa mundial- “sobre los atentados del 11-S (setiembre de 2001) que apuntan a la responsabilidad de un ESTADO, Arabia Saudí, en el terrorismo islamista”; y asimismo “que individuos asociados al Gobierno saudí en los Estados Unidos pueden tener otros vínculos con Al Qaida y otros grupos terroristas.” (Informe del Congreso norteamericano).
Aparte que Marruecos sigue siendo un protectorado francés –de ahí el apoyo de París en el Consejo de Seguridad en la cuestión saharaui-, se está convirtiendo en un apéndice de la peligrosa Arabia Saudita, ya que incluso le presta sus aviones para bombardear Yemén, en donde centenares de niños han muerto y miles heridos y que la ONU se abstuvo de condenar (o ponerlo en la lista negra) para evitar que Arabia Saudita quite el financiamiento para proyectos sociales de las Naciones Unidas que incluye el apoyo a los refugiados palestinos, motivando las protestas de numerosas instituciones defensoras de los derechos humanos.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon admitió que por un “bien mayor” tuvo que retirar de la lista negra de países que dañan a la infancia en las guerras para evitar, asimismo, que un grupo de clérigos –azuzados por Arabia Saudita- declaren “antiislámica” a la ONU.
Es triste que los niños yemeníes valgan menos o sean un “bien menor” para las Naciones Unidas.